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lunes, 22 de abril de 2013

SER UNO


Se vive un momento de discordancia, porque el mundo está cambiando rápidamente y ese cambio reclama nuevos modelos en todos los niveles, pero las instituciones no se adaptan al cambio con la rapidez necesaria. La realidad está marcando la necesidad de detenerse y reflexionar", reflexiona la antropóloga Ana María Llamazares, autora de Del reloj a la flor de loto , un estudio profundo sobre la crisis del mundo contemporáneo.

El paradigma de la flor de loto. La crisis es el cambio del viejo paradigma de la modernidad, imaginado por Descartes y Newton como un gran mecanismo deshumanizado, materialista y muy preocupado por la ganancia y la explotación de recursos -el símbolo del reloj- para dar lugar a un nuevo paradigma, el de la flor de loto, más parecido a un organismo vivo y creativo que rescata la filosofía, la poesía y la complejidad de los seres humanos.

Crisis y cambio. "Pero después del primer impacto que produce el reconocimiento de una crisis, más allá del dolor y la confusión necesitamos entender qué significa estar en crisis y develar el sentido profundo de este trance. Pues estar en crisis no es el fin del mundo, aunque lo parezca; es simplemente el fin de un mundo y el comienzo de otro", aclara Llamazares.

Desarrollar otras inteligencias. Según el viejo paradigma, la inteligencia se mide exclusivamente por la capacidad de resolver cálculos y problemas abstractos y verbalizarlos correctamente. Así se miden los tests de capacidad intelectual. Las nuevas teorías hablan de la inteligencia emocional y de las inteligencias múltiples, porque hay inteligencias psicomotrices que nos permiten desplegarnos como deportistas o bailarines. Hay inteligencias espaciales, auditivas, que tienen que ver con la percepción del otro y la capacidad de servicio, por ejemplo. "Cambiar ese criterio de que hay una sola forma de ser inteligente y que todo lo demás es secundario es uno de los grandes problemas para resolver por la escuela. La escuela debería valorar otras formas de inteligencia y ayudar a descubrirlas, a identificar cuál es mi talento, cuál es mi forma de inteligencia, porque: ¿qué es lo que me va a hacer más feliz en mi vida sino desplegar mi propio talento? En lugar de esforzarme para ser como se supone que tiene que ser y convertirme en un frustrado. En este aspecto, la escuela puede ser una trituradora de gente", agrega la investigadora.

Cuestionar desde la ciencia. Desde el siglo XVIII, tanto los poetas románticos como los filósofos venían cuestionando la deshumanización que provocaban la modernidad y el maquinismo, pero como en nuestra cultura no se suele tomar en cuenta lo que dicen ni los poetas ni los filósofos, fue importante que en el siglo XX el cuestionamiento naciera desde la ciencia. Ahí el planteo empezó a cobrar confiabilidad. Aunque en realidad todavía no está totalmente establecido, porque hay que reconocer que para mucha gente los paradigmas no existen y la ciencia sigue siendo la de siempre. Por ahora es un tema en debate. Aunque se siente la necesidad de cambiar los marcos teóricos para tener nuevos modelos para pensar.

Apariencias que engañan. La teoría de la relatividad y la física cuántica, con su exploración hacia el interior de la materia para descubrir su sustancia base y toda esa tecnología que permitió ir dividiendo el átomo para buscar partículas subatómicas, terminó concluyendo en un descubrimiento asombroso: que en realidad lo que llamamos materia no tiene este aspecto sólido, estable y fijo que se percibe normalmente, sino que es como si tuviese un 99,9% de vacío y el resto, un poquitito de materia. Aceptar que lo sólido no es tan sólido, que tiene una consistencia más energética que material, que masa es energía, tiene muchas implicancias filosóficas en la manera de pensar y de concebir la realidad. Básicamente, asumir que lo estable no es tan seguro y que en este mundo tiene más consistencia lo no visible que lo visible.

Nuevos encuentros. Este descubrimiento del vacío hizo que muchos físicos cuánticos, como David Bohm, tuvieran visiones místicas, que son formulaciones, en términos científicos, similares a los que tuvieron los grandes místicos. En algún lado se tocan los extremos. Los nuevos paradigmas plantean el encuentro profundo entre la ciencia, el arte y la espiritualidad, o la mística. Una visión más espiritual del Universo.

Lo espiritual. "En cuanto a la psicología, no sólo toca lo individual de la persona, sino también lo espiritual. La nueva psicología, la de Jung y de las líneas transpersonales, va en busca de lo que hay de divino en cada uno y cómo la realización del ser está en el despliegue de esa porción de divinidad. Estamos muy acostumbrados a poner lo espiritual en el rincón de lo religioso y reducirlo a una obligación dominical o sabatina. Pero el planteo espiritual es vivirlo todos los días, postulando que hay algo más. En las relaciones interpersonales, en el otro, en la naturaleza, hay algo de lo divino. La ciencia clásica anuló este aspecto espiritual de la naturaleza porque la tuvo que transformar en un reservorio de materias primas, explotables y puestas al servicio de un supuesto progreso humano."

INVESTIGADORA
Ana María Llamazares es licenciada en Antropología, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Realizó estudios de posgrado en Epistemología y Metodología de la Investigación. Además es investigadora del Conicet, docente en la Universidad de Tres de Febrero y directora de la Fundación Desde América. Es coautora de El lenguaje de los dioses. Arte, chamanismo y cosmovisió n indígena en Sudamérica y de la serie de documentales Indígenas de la Argentina. Un viaje por el arte y la cultura de los pueblos originarios .

TRABAJO CON SÍMBOLOS
Aquí, un ejercicio para trabajar en la integración de la conciencia.
  • Buscar una flor de loto, si no basta con una foto.
  • Ubicarse cómodo en un lugar tranquilo y fresco, sentarse lo más erguido posible. Respirar un ratito.
  • Visualizar la imagen de la flor de loto, tratando de grabar en el campo visual detalles que llamaron la atención: la forma, la cantidad de pétalos, el color...
  • Imaginarse acercándose a la corola de la flor, tanto como para percibir su aroma tenue. Inspirar profundamente y, en la pausa, sentir que ese aroma impregna todas las células. Exhalar despacio, sintiendo el sonido del aire que sale por la boca.
  • El ejercicio puede repetirse cuantas veces se quiera. No hay peligro de intoxicación, sino todo lo contrario.

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